jueves, 29 de noviembre de 2018

A PROPÓSITO DE LAS ELECCIONES AL COLEGIO DE ABOGADOS DE LORCA



Vaya por delante que estas líneas no persiguen promover el voto a ninguna de las candidaturas, ni enjuiciar a los compañeros que se presentan. A todos, naturalmente, les deseo la mejor suerte y, gane quien gane, contará con mi humilde cooperación.

Lo que pretendo es llamar la atención del colectivo, y de los aspirantes a la Junta, sobre un problema que considero que es el verdadero caballo de batalla de la abogacía para los próximos años, y que a mi juicio no está siendo suficientemente considerado.

La liberalización del sector económico de la abogacía nos vino impuesto por la Unión Europea, y en las últimas dos décadas hemos visto cómo poco a poco los Colegios de Abogados perdíamos competencias de autorregulación. La manifestación más patente de este proceso ha sido la prohibición de las normas de honorarios, que de tanta utilidad eran y que tanto beneficio aportaban y no sólo a los profesionales, sino a los propios clientes, a los contrarios y a la Administración de Justicia. La eliminación de las normas, que en definitiva funcionaban como factor de estabilidad de los precios y seguridad jurídica, provocó lo que esperable: la caída en picado de la rentabilidad de los despachos. Siempre hay algún alma cándida dispuesta a hacer “dumping” o a vender sus servicios a coste de esclavo. No merece la pena darle muchas vueltas al asunto porque no tiene solución y si la tiene, no está al alcance de las competencias propias de un Colegio de Abogados. La colegiación única fue otra consecuencia de la liberalización forzosa derivada de la incorporación de España a la Unión Europa.

Entre otros efectos, la liberalización, con la colegiación única y la eliminación de las normas de honorarios, comportó que los despachos locales, tanto en el nivel de partido judicial como en el provincial, fueran “barridos” de la contratación de los asuntos de mayor cuantía. Los compañeros que defendían a compañías de seguros, bancos y grandes empresas saben perfectamente a lo que me refiero. En un marco económico general de liberalización-globalización, bastó con dos retoques legales para que el sector quedara expuesto a las mismas tempestades que el resto de la economía productiva española. Recordamos, quienes estamos en la cincuentena, cómo en poquísimos años, el sector de la alimentación, por ejemplo, vio desaparecer las pequeñas tiendas de ultramarinos, sustituidos por supermercados de barrio; después los supermercados de barrio cayeron a manos de las grandes cadenas; y por último, se ha producido la concentración del negocio en unas pocas empresas. Mercadona ya tiene tanta cuota de mercado como el resto de competidores juntos. El proceso se observa en todos los sectores. Pensemos en el sector de los muebles y démonos cuenta de lo que ha supuesto la irrupción de Ikea para el comercio tradicional. O en el sector de la ferretería, con BricoFermín. O en el del electrodoméstico e informática, con MediaMarkt.

No perdamos de vista tampoco el cambio radical, no sólo de operativa, sino de mentalidad del consumidor, que ha traído internet. Pensemos en las compras online. Amazon ya representa un riesgo de monopolización y tiene alarmados no sólo a las patronales sino a los propios gobiernos.

¿Y a nosotros, qué? Pues a nosotros, a los colegiados del Colegio de Abogados de Lorca, nos va muchísimo en ello. El ser o no ser. No hay que ser muy despabilado para adivinar que la próxima fase del proceso va a ser el desembarco de los grandes despachos multinacionales –ya presentes en las capitales de provincia-, en el nivel municipal. No sé si hablar de competencia feroz o de lucha por la supervivencia sería exacto. Creo que más bien deberíamos considerar lo que nos viene encima como algo parecido a una extinción. Las especies desaparecen por inadaptación a los cambios del medio natural. Los modelos económicos, por inadaptación a los cambios del mercado. Los despachos de abogados no son una excepción. Y a nosotros nos han cambiado el entorno de forma radical. O nos adaptamos, y rápido, o habrá que ir pensando en buscarse otro oficio.

La mayor parte de nuestros colegiados trabajan en despachos individuales, o en despachos colectivos pequeños, de entre dos y cinco letrados. No somos rival, con nuestra pequeña estructura y nuestras limitaciones funcionales y económicas, para los poderosos bufetes internacionales, con sus grandes despliegues de plantilla, con sus alianzas, con sus relaciones, y con su potencial de financiación. Habrá que ver la forma de que David pelee contra Goliat con algo más que una honda, porque lo de la pedrada en la frente es una chiripa que normalmente no sale, y si sale, es porque Dios interviene y hace el milagro.

Naturalmente que el Colegio de Abogados, como institución de Derecho Público, está al servicio de todos los colegiados, no sólo los abogados de pequeños despachos, sino también los que trabajan para grandes empresas. Pero eso no quita que el Colegio esté obligado a procurar auxilio y medios para los intereses de la mayor parte de sus miembros.

¿Qué podría hacer el Colegio de Abogados, por sus colegiados, para ayudarles a sobrevivir en este mercado cambiante y hostil? Pues esto es precisamente lo que creo que debe ser objeto de reflexión, y en lo que debe trabajar la Junta que salga elegida.

Por mi parte aquí lo dejo. Me conformaría con que se tuviera en cuenta y se empezara a hablar de este tema, que sin duda constituye un tabú en el ámbito colegial, tal vez porque se dude de la legitimidad del Colegio para abordarlo. En mi opinión, no sólo se puede tratar como asunto del máximo interés colegial, sino que se debe hacer, en defensa de la profesión, como servicio al colegiado, y en interés del propio justiciable.

Post data. Me recuerda una avispada compañera lo que ha supuesto la desregulación de la publicidad de los despachos. Cuando yo empecé a trabajar, los Estatutos colegiales y normas profesionales de carácter general, prohibían la publicidad de los abogados en prensa, radio, etc. Las dimensiones de la placa que se permitía poner en la calle, estaban limitadas en centímetros. Ahora, mirad las campañas publicitarias que hace Arriaga, y pensad cuántos asuntos de cláusula suelo nos ha dejado Arriaga a los demás. Es un ejemplo muy claro de lo que tenemos encima ya.

Y otra post data. El que crea que en el bombardeo morirán los demás y él saldrá ileso, es un tipo optimista.

Francisco Artero Montalván
Abogado

www.martinezcardona.es




1 comentario:

  1. Estimado compañero Paco, salga la Junta que salga habran de agradecerte que aportes una causa comun de lucha. Sera porque vengo tambien de familia de pequeños comerciantes y soy de un depacho individual, lucharemos con las armas del buen hacer y la cercanía. Nuestra calidad es la voluntad de ayudar a las personas, no necesitamos publicidad, sino segiir defendiendo. Gracias por tuaportacioñ

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